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“Las maravillas del mar”: postales desde el fondo marino

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La idea y las intenciones que subyacen en el guion de este documental son buenas, pero al espectador del siglo XXI hay que darle algo más que bellas fotografías, máxime con la problemática medioambiental que posee el planeta.

La familia Cousteau & friends

Jean-Michel Cousteau, hijo del mítico Jacques Cousteau, dirige este documental de vocación divulgadora y ecologista. Para levantar este proyecto han contado con la Fundación del actor Leonardo Di Caprio y con todo un actor de garra, Arnold Schwarzenegger, que además hace las veces de narrador. En sus cinco primeros minutos de metraje el famoso actor nos recuerda su pasado político, fue gobernador de California, y lo concienciado que está con el cambio climático. En ese pequeño discurso resume el argumento y objetivo del filme, concienciar a la población de que no podemos vivir sin agua, y que nuestra supervivencia depende de la salud de los océanos y las especies que en ellos habitan. Es aquí cuando el espectador vislumbra las enormes carencias de este largometraje. El documental bien podría ser un capítulo de la mítica serie de television “El mundo submarino de Jacques Cousteau” solo que con 30 minutos más de duración. En lugar de embarcarnos en el famoso Calypso, el espectador se sube a bordo de la Pacific Monarch para recorrer medio mundo. El viaje comienza en las islas Fiyi, pasa por la costa de California, bajan a México, y de allí saltarán a las Bahamas, concretamente a la isla de Nassau. De tal forma que la película carece de argumento sólido y el guion es ciertamente pésimo.

Jean-Michel, Fabien y Celine Cousteau

Ni tiene ni se le espera al guion en esta película

A lo largo de los ochenta minutos de metraje veremos una colección de bellas postales terrestres y marinas, buceando en pecios y arrecifes de coral plagados de especies y animales de lo más vistosos, exóticos y coloridos, con aspecto sumamente llamativo para despertar el interés del público infantil. Evidentemente, esto tiene todo su mérito, porque el espectador debe ser consciente que cuando el equipo de buzos hace la inmersión la naturaleza no les está esperando para posar y se exhibe en todo su esplendor, al revés, tienen que pasar muchas horas bajo el agua para conseguir la toma buena de lo que necesitan. Por ese motivo este tipo de largometrajes son muy caros y exigen mucho tiempo de producción, en este caso han sido tres años. Lo malo es que el público adulto que haya visto unos cuantos documentales de National Geographic centrados en el mundo marino, las imágenes les resultarán un tanto familiares.

Tanto el crítico de cine como el espectador lo que le tienen que exigir a David Chocron, Francois Mantello y Jean-Jacques Mantello, guionistas de “Las maravillas del mar”, es que estructuren elaboren un argumento y diálogos que articulen esas maravillosas postales. El principal fallo es que dudan si apostar por la audiencia infantil o adulta, y crean una mezcla un tanto compleja y difícil de digerir, porque hay líneas de diálogo y “chistes” sumamente pueriles. Desde el punto de vista de la denuncia medioambiental es que tras ver las bellas imágenes de los arrecifes de coral en todo su esplendor nos ponen un coral muerto, pero no explican los motivos que han llevado a su destrucción, rehúyen de explicar el efecto antrópico o las escasas políticas medioambientales. En lugar de bucear y exponer datos, se quedan en la superficie del problema. Es más, este guion se vertebra en torno a tres titulares toscos y carecen de la gallardía de adentrarse en el núcleo de la problemática. Eso sí, para que los niños no salgan espantados le dicen que el océano es magnánimo, que nos perdona y se regenerá. Una idea absolutamente pueril y falaz. El motivo es que la biodiversidad en el fondo marino está reduciéndose y especie que desaparece, especie que no se regenerará.

A Cousteau Jr., con toda su experiencia, le pedimos un mínimo de narrativa cinematográfica, y lo que nos ofrece es algo puramente televisivo con trasnochadas transiciones en el montaje.  “Nómadas del viento” (Jacques Perrin y Jacques Cluzaud, 2001), “Microcosmos” (Claude Nuridsany, Marie Perennou, 1996), “El viaje del Emperador” (Luc Jacquet, 2005), “Tierra” (Alastair Fothergill, Mark Linfield, 2007) o “Baraka” (Ron Fricke, 1992) son ejemplos de documentales con una clara narrativa cinematográfica y que poseen un sólido argumento. Unos innovan más que otros, llegando algunos de ellos a ser autenticas joyas y obras maestras como Samsara (Ron Fricke, 2011). Para enfrentarse a un proyecto de este calado en el Siglo XXI a parte de ser explorador, investigador y ambientalista, debe tener uno pasión por el séptimo arte y tener unas dotes mínimas como divulgador. Porque no es lo que se cuenta, si no cómo se cuenta, la forma marca la diferencia y este realizador merece un suspenso rotundo. Eso nos lleva a la reflexión ulterior de cómo ha conseguido verse estrenado en grandes salas este trabajo cuando es un documental que el espectador hubiera eleguido para echarse la siesta.

Frases destacadas:

No se nos han olvidado, no hay nada que destacar

Tráiler oficial de “Las maravillas del mar”


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